(18:29 11-02-2007)
Le han otorgado el premio 'El micrófono de Oro' a Federico Jiménez Losantos y se ha armado la marimorena. Algunos colegas están que trinan, echan espumarajos por la boca, hacen grandes aspavientos, preferentemente Luis del Olmo, pero también otros, sobre todo los de la izquierda, los que tienen el monopolio de expedir el certificado de buen ciudadano, de buen periodista.
Parece, y así lo oigo muchas veces, que el gran problema de España es Federico Jiménez Losantos. Esta es la gran cuestión, de modo que si nos lo quitásemos de enmedio, este país volvería a ser una balsa de aceite. Es decir, el problema de España no es que el Ministerio del Interior sea incapaz de detener, después de quince días, a 19 miembros de Jarrai y Segi, y que, para escarnio general, se entreguen ellos después de haber tomado un poco de txakolí y algo de farlopa. No es que se burle la vigilancia del Chaos, y que éste salga a toda plana en todo el mundo dando pena con su cara de estar oliendo siempre a mierda y sin un sólo gramo de arrepentimiento sobre sus 23 asesinatos.
El problema de España no es que el Gobierno no tenga modelo de Estado, ni federal ni confederal, ni política exterior, ni que se manifiesten 3.000 guardias civiles con tricornio, ni que hayamos hecho el ridículo en la reunión de la OTAN en Sevilla, ni que, sin la mayoría parlamentaria debida, y por tanto la legitimidad que hubiera debido observarse, se esté inyectando en vena el relativismo moral en la sociedad española -con la familia, con la educación, en la escuela, en la calle de los okupas-, etcétera.
No, no, no; estos no son problemas. El problema es Federica Jiménez Losantos, que se dedica cada mañana a sacarlos a la palestra, y a fustigar locuazmente al Gobierno por ello. El problema no es resucitar el guerracivilismo a través de una ley de la memoria histórica absolutamente partisana y anacrónica, el problema es Federico.
El problema no es que Zapatero vaya a nombrar ministro de Justicia a uno de los fiscales más sectarios del país, que declaró no hace mucho con gran solemnidad: "en su momento, luchamos contra los padres, ahora nos toca luchar contra sus hijos", en relación a la derecha imaginaria que tiene sellada en su corazón como enemigo a batir.
El problema no es que el Gobierno se ponga histérico porque los ciudadanos saquen las banderas nacionales, la bandera de España a la calle, y se toque y se escuche el himno nacional. No señores, no, no, no. El problema es Federico, y, recientemente, que le han concedido el premio el Micrófono de Oro, y que en el jurado estaba ni más ni menos que Luis del Olmo, y que éste no lo pudo impedir, y que adémas la entrega del premio se hará en Ponferrada, donde nació del Olmo. ¡Qué horror! ¡Cuántos males al mismo tiempo! ¡Cómo está la patria!
El señor Luis del Omo está muy enojado porque, en su opinión, no se puede dar un premio a un señor que cada mañana vomita contra la Constitución. Y a continuación, para dar ejemplo, para demostrar que él está a otro nivel, que no tiene nada que ver con la bestia negra, con Jiménez Losantos, esto es lo que del Olmo ha llamado a Federico: "terrorista de las ondas", "talibán de sacristía", "cantamañanas", "desgracia para el periodismo" "matón radiofónico", "profesional del insulto, la mentira y la demagogia", "vertedor de estiércol" y "defensor de intereses bastardos".
Estas son las lindezas que viene diciendo a diario este ser superior que es Luis del Olmo sobre Federico Jiménez Losantos. SIN COMENTARIOS. Lo dicho, lo que les pregunto: ¿O sea que el problema de España es Federico Jiménez Losantos? ¿Acaso no tendrá que ver algo Zapatero, que llegó al gobierno con la promesa de hacer de España un país más vivible, bajo la batuta del talante y lo ha convertido en el más crispado y nauseabundo imaginable?