ÁRBOLES MONUMENTALES DE VILLAFRANCA DEL BIERZO
EL CIPRÉS DE LA ANUNCIADA:
Ha sido mudo testigo, durante más de 400 años, de la historia y evolución histórica y social villafranquina. Actualmente está inmerso totalmente en un proyecto de conservación, tratamiento y recuperación, para estabilizar (que no curar) las enfermedades que lo debilitan y amenazan de forma integral. Se trata de divulgar y salvar un legado auténtico en el aspecto botánico, histórico-religioso y tradicional de Villafranca.
Los cuidados se le vienen prodigando y prestando desde el año 2005. El eminente botánico especialista Bernabé Moya lo viene mostrando desde un principio, momento en el que se comenzó a aplicar un nuevo plan de tratamiento, antes de que el ejemplar fuera a cumplir su IV Centenario, en el 2.006.
Añade Bernabé que es preciso ser cautos y prudentes, puesto que lo único que se puede lograr es ralentizar y detener el avance de un mal complejo, que es la suma de una “tríada de agentes patógenos o perjudiciales que aquejan al árbol y que seguirán presentes, aunque controlados”.
A pesar de su optimismo, Bernabé manifiesta que “las patologías que afectan al árbol no tienen una solución definitiva o de raíz”, pues se intenta frenar la secuencia mortal de tres elementos coadyuvantes o coincidentes que han creado un cuadro grave: la armilaria mélea, un hongo que fue el origen o causa de la muerte del árbol de Guernica; el chancro colorado, que ha acabado como plaga con la vida de millones de cipreses en Europa y los escolíticos, casi microscópicos escarabajos que en grupos taladran y perforan las ramas del ciprés, con un resultado letal.
Antonio Nespral, representante autorizado de la Asociación “A Morteira”, reclamó una vez más la implicación y actuación de todas las Instituciones competentes “ya que los tratamientos que le hacen falta al ciprés requieren un amplio plazo y es necesario, por tanto, una vigilancia y trabajo continuado y permanente”.
Finalmente, Nespral sostiene que el Consejo de El Bierzo se debe dar por aludido, al haberse comprometido a elaborar un Catálogo de árboles monumentales y bosques y ecosistemas singulares de la Región. “A Morteira” deposita toda la confianza en el Ente berciano con la esperanza de que “siga manteniendo su promesa”.
En marzo de 2.006, el Colectivo ecologista señala su estupefacción al comprobar cómo un árbol que se ha distinguido a nivel nacional con la emisión de un sello por el Ente autónomo Correos no está en la lista del Recopilatorio efectuado por la Junta, en cuanto que se descuida así su tratamiento y restauración especiales.
“A Morteira” recuerda que el árbol se halla en la actualidad en un “serio y real peligro”, considerando el importante problema de la salud que sufre, incrementado con la caída que se produjo en el 2.006 del muro que lo protege y ampara.
Es de alabar el papel que ha jugado la Diputación de Valencia, encargándose de restaurar el ciprés más longevo de España. Su edad está establecida en más de 400 años, algo inusual. La investigación de la Universidad valenciana se ha aprovechado, además, para un mejor conocimiento de los tres males que padece el ciprés y para realizar una especie de “protocolo común” a emplear en el conjunto de cipreses históricos y monumentales de la zona mediterránea.
panoramio by Horta EL MIRANDELO
LA GLICINIA DE VILLA FEMITA:
Simplemente, cabe destacar que perteneció a la antigua fábrica o destilería de alcohol. Y sus cualidades están a la vista de todos: es un espectáculo maravilloso contemplar su exuberante y vigorosa floración cada primavera. Es uno de los atractivos esenciales y monumentales del Restaurante “Villa Femita”.
CRÍTICA AL ESTADO DEL JARDÍN ROMÁNTICO DE LA ALAMEDA:
Los mayores, y los no tanto, no se han olvidado de que el Jardín de la Alameda estu vo poblado de olmos centenarios y de abetos de porte monumental. De esta guisa, el Jardín mostraba un aspecto y talante señorial y salvaje, constituyendo bajo su protección un microclima caracterizado por la frescura que se conservaba continuamente. Por otra parte, los otoños invitaban a la melancolía al pisar un impresionante manto de hojas caducas que se elevaban hasta casi la rodilla.
Hoy en día casi “consiguen” los adláteres políticos que el Jardín sea anodino, con unas interminables hileras de plátanos dispuestos “en formación”.
En el espacio verde ciudadano existía, asimismo, un buen ejemplar de magnolio y diversos árboles propios de jardín. Para mayor regocijo había un cuadrado dedicado a los pensamientos, otro a las flores de temporada y corta duración, el paseo romántico donde afloraban las lilas,… En definitiva, entonces sí que era en propiedad el romántico jardín de la Alameda.
EL MAGNOLIO DE LA HACIENDA LUNA-BEBERIDE:
En el Castillo de Peñarramiro o de Vilafranca, residencia habitual del extraordinario compositor y músico Cristóbal Halffter, el atardecer en una de las terrazas que dan al parque es esplendorosa: una panorámica de pinsapos, cedros y, por encima de todos, se observa un magnífico magnolio, para envidia de todos, floreado intensamente y, no en vano, es la pasión vegetal del dueño del monumento o fortaleza. No obstante, los magnolios que causan más impresión y admiración están en el jardín de la casa de los Luna-Beberide.
LOS MADROÑOS:
El medio natural y ambiental del entorno de Villafranca atesora en su seno una grandiosa riqueza y biodiversidad ideal y valorada para el disfrute de vacaciones de turismo rural, y ello producto de que aquí se juntan y confluyen dos tipos de bioclimas típicos de dos regiones biogeográficas distintas: el clima continental húmedo, con unas apreciables cantidades de lluvia del atlántico, con su complemento de brumas, orballos y “marmañas” que, a veces, esconden los bosques de robles, abedules, acebos,… y el de influencia mediterránea, más calido, suave y seco, en el que reinan por su capacidad adaptativa las encinas, los alcornoques y los madroños. Los madroños tienen una denominación genuina de Villafranca (“merodos”) y su designación científica es “Arbutus unedo”.
El mayor madroño del que se tiene noticia en esta área alcanza los 8 metros de altura y unos 3,50 m. de circunvalación o perímetro de tronco. Su edad se calcula que esté entre los 300 y 350 años. Una nota anecdótica es que sus frutos son bastante indigestos y no recomendables.
MARCELINO B. TABOADA
Ha sido mudo testigo, durante más de 400 años, de la historia y evolución histórica y social villafranquina. Actualmente está inmerso totalmente en un proyecto de conservación, tratamiento y recuperación, para estabilizar (que no curar) las enfermedades que lo debilitan y amenazan de forma integral. Se trata de divulgar y salvar un legado auténtico en el aspecto botánico, histórico-religioso y tradicional de Villafranca.
Los cuidados se le vienen prodigando y prestando desde el año 2005. El eminente botánico especialista Bernabé Moya lo viene mostrando desde un principio, momento en el que se comenzó a aplicar un nuevo plan de tratamiento, antes de que el ejemplar fuera a cumplir su IV Centenario, en el 2.006.
Añade Bernabé que es preciso ser cautos y prudentes, puesto que lo único que se puede lograr es ralentizar y detener el avance de un mal complejo, que es la suma de una “tríada de agentes patógenos o perjudiciales que aquejan al árbol y que seguirán presentes, aunque controlados”.
A pesar de su optimismo, Bernabé manifiesta que “las patologías que afectan al árbol no tienen una solución definitiva o de raíz”, pues se intenta frenar la secuencia mortal de tres elementos coadyuvantes o coincidentes que han creado un cuadro grave: la armilaria mélea, un hongo que fue el origen o causa de la muerte del árbol de Guernica; el chancro colorado, que ha acabado como plaga con la vida de millones de cipreses en Europa y los escolíticos, casi microscópicos escarabajos que en grupos taladran y perforan las ramas del ciprés, con un resultado letal.
Antonio Nespral, representante autorizado de la Asociación “A Morteira”, reclamó una vez más la implicación y actuación de todas las Instituciones competentes “ya que los tratamientos que le hacen falta al ciprés requieren un amplio plazo y es necesario, por tanto, una vigilancia y trabajo continuado y permanente”.
Finalmente, Nespral sostiene que el Consejo de El Bierzo se debe dar por aludido, al haberse comprometido a elaborar un Catálogo de árboles monumentales y bosques y ecosistemas singulares de la Región. “A Morteira” deposita toda la confianza en el Ente berciano con la esperanza de que “siga manteniendo su promesa”.
En marzo de 2.006, el Colectivo ecologista señala su estupefacción al comprobar cómo un árbol que se ha distinguido a nivel nacional con la emisión de un sello por el Ente autónomo Correos no está en la lista del Recopilatorio efectuado por la Junta, en cuanto que se descuida así su tratamiento y restauración especiales.
“A Morteira” recuerda que el árbol se halla en la actualidad en un “serio y real peligro”, considerando el importante problema de la salud que sufre, incrementado con la caída que se produjo en el 2.006 del muro que lo protege y ampara.
Es de alabar el papel que ha jugado la Diputación de Valencia, encargándose de restaurar el ciprés más longevo de España. Su edad está establecida en más de 400 años, algo inusual. La investigación de la Universidad valenciana se ha aprovechado, además, para un mejor conocimiento de los tres males que padece el ciprés y para realizar una especie de “protocolo común” a emplear en el conjunto de cipreses históricos y monumentales de la zona mediterránea.
panoramio by Horta EL MIRANDELO
LA GLICINIA DE VILLA FEMITA:
Simplemente, cabe destacar que perteneció a la antigua fábrica o destilería de alcohol. Y sus cualidades están a la vista de todos: es un espectáculo maravilloso contemplar su exuberante y vigorosa floración cada primavera. Es uno de los atractivos esenciales y monumentales del Restaurante “Villa Femita”.
CRÍTICA AL ESTADO DEL JARDÍN ROMÁNTICO DE LA ALAMEDA:
Los mayores, y los no tanto, no se han olvidado de que el Jardín de la Alameda estu vo poblado de olmos centenarios y de abetos de porte monumental. De esta guisa, el Jardín mostraba un aspecto y talante señorial y salvaje, constituyendo bajo su protección un microclima caracterizado por la frescura que se conservaba continuamente. Por otra parte, los otoños invitaban a la melancolía al pisar un impresionante manto de hojas caducas que se elevaban hasta casi la rodilla.
Hoy en día casi “consiguen” los adláteres políticos que el Jardín sea anodino, con unas interminables hileras de plátanos dispuestos “en formación”.
En el espacio verde ciudadano existía, asimismo, un buen ejemplar de magnolio y diversos árboles propios de jardín. Para mayor regocijo había un cuadrado dedicado a los pensamientos, otro a las flores de temporada y corta duración, el paseo romántico donde afloraban las lilas,… En definitiva, entonces sí que era en propiedad el romántico jardín de la Alameda.
EL MAGNOLIO DE LA HACIENDA LUNA-BEBERIDE:
En el Castillo de Peñarramiro o de Vilafranca, residencia habitual del extraordinario compositor y músico Cristóbal Halffter, el atardecer en una de las terrazas que dan al parque es esplendorosa: una panorámica de pinsapos, cedros y, por encima de todos, se observa un magnífico magnolio, para envidia de todos, floreado intensamente y, no en vano, es la pasión vegetal del dueño del monumento o fortaleza. No obstante, los magnolios que causan más impresión y admiración están en el jardín de la casa de los Luna-Beberide.
LOS MADROÑOS:
El medio natural y ambiental del entorno de Villafranca atesora en su seno una grandiosa riqueza y biodiversidad ideal y valorada para el disfrute de vacaciones de turismo rural, y ello producto de que aquí se juntan y confluyen dos tipos de bioclimas típicos de dos regiones biogeográficas distintas: el clima continental húmedo, con unas apreciables cantidades de lluvia del atlántico, con su complemento de brumas, orballos y “marmañas” que, a veces, esconden los bosques de robles, abedules, acebos,… y el de influencia mediterránea, más calido, suave y seco, en el que reinan por su capacidad adaptativa las encinas, los alcornoques y los madroños. Los madroños tienen una denominación genuina de Villafranca (“merodos”) y su designación científica es “Arbutus unedo”.
El mayor madroño del que se tiene noticia en esta área alcanza los 8 metros de altura y unos 3,50 m. de circunvalación o perímetro de tronco. Su edad se calcula que esté entre los 300 y 350 años. Una nota anecdótica es que sus frutos son bastante indigestos y no recomendables.
MARCELINO B. TABOADA