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«El enemigo ha tomado ya Bembibre y logró un extraño botín: cientos de ingleses borrachos

Varias iniciativas recrean las batallas protagonizadas por el ejército francés en la provincia
Un momento de la recreación de la batalla con los franceses celebrada en Castrillo de los Polvazares./ J.M. LÓPEZ
MARÍA MARTÍN / ICAL

LEÓN— El mayor error que he cometido es la expedición a España», reconoció Napoleón en 1819, ya preso en Santa Elena, después de que la derrota de su ejército en la Guerra de la Independencia y la pérdida de 200.000 soldados en el intento fallido de sumar España a su imperio supusiera el principio del fin de su sueño europeo. Por eso, en cuanto las cosas empezaron a no salir como esperaba —ya a mediados de 1808 la derrota francesa en Bailén, la resistencia de Zaragoza y las continuas rebeliones en el norte hacían peligrar su intención invasora— decidió acudir en persona, y escoltado por un gran ejército, a solventar los problemas a los que su hermano José I, «el rey intruso», no había podido hacer frente.

Se inicia así la llamada 'carrera de Benavente', que Napoleón arranca en Tordesillas, continúa por Villalpando, Castrogonzalo, Valderas, Benavente, La Bañeza y termina en Astorga, una ruta con gran valor histórico que, a día de hoy, no se está divulgando, pese al compromiso de estos ayuntamientos, firmado en mayo de este año, de promover actos conmemorativos de forma conjunta durante el Bicentenario.

La ruta de los ejércitos por las frías y áridas tierras castellanas y leonesas, en pleno invierno, fue extremadamente dura y provocó muchos destrozos patrimoniales, saqueos y robos. «Los franceses pecaron de falta de previsión, al no traer intendencia, por lo que se vieron obligados a saquear allí por donde pasaban», continúa Celso Almuiña, si bien de igual modo se comportaron muchos ingleses, alcanzados por los enemigos en la retirada al emborracharse y quedar tendidos en las cunetas.

La persecución continuó casi paralela a la actual autovía A-6 (Madrid-La Coruña), con varios días de carrera hasta llegar a Benavente, donde el séquito de Bonaparte llegó la Nochevieja de 1808. Su avanzadilla alcanzó el municipio zamorano dos días antes, topándose con la retaguardia de Moore y produciéndose una batalla que tuvo como principal hito la captura del general Lefebvre, uno de los grandes líderes del ejército francés. Sobre este hecho escribe Napoleón a Josefina desde Benavente, antes de continuar hasta Astorga.

La retirada de Moore intentaba complicar el paso de los franceses volando puentes, como el del Esla y el del Órbigo, si bien la captura de Lefebvre les dio ventaja a la hora de continuar la huida. En la capital maragata, que según narran las crónicas estaba llena de cadáveres y caballos muertos, el emperador recibió una alarmante carta informando de que Austria estaba formando un ejército, de modo que dejó al mariscal Soult la caza de los británicos y regresó a Valladolid, donde las noticias de París llegaban en cinco días.

Alojado en el actual Palacio de Capitanía —frente a San Pablo— permaneció Napoleón entre el 6 y el 17 de enero de 2008, después de lo cual regresó a Francia para atender otros asuntos europeos. Valladolid fue, durante la Guerra de la Independencia, la «capital del sexto Gobierno francés» y estuvo sometida a las fuerzas napoleónicas «prácticamente los cinco años de la guerra», señala el historiador Celso Almuiña.

Sin embargo, «no sufrió mucho las consecuencias» del conflicto, añade Miguel Ángel Martín Mas, al ser una ciudad «afrancesada» que incluso vio favorecido el comercio con la presencia de los galos, que se encargaron asimismo de destruir fábricas textiles allá por donde iban (Béjar, Ávila y Segovia lo sufrieron) para mantener el bloqueo con Gran Bretaña. Ya sin Napoleón, la persecución continuó por la provincia de León y más concretamente por El Bierzo.

Allí «se produjeron escenas terribles de saqueo», señala Martín Mas, en los pueblos de la montaña y un combate encarnizado en las calles del municipio de Cacabelos, el 3 de enero de 1809. Para revivir este episodio histórico, de gran trascendencia para el futuro de la localidad, y contribuir igualmente a la difusión turística de la población berciana, nació en el año 2000 la asociación Tiradores del Bierzo, promovida por el Centro de Iniciativas Turísticas Ribera del Cúa, uno de los grupos impulsores de la creación de la Asociación Napoleónica Española.

Su presidente, Miguel Ángel González Gusano, lamenta que desde el año 2002 no se haya podido repetir la recreación, porque son eventos muy costosos al tener que movilizar, alojar y alimentar a un gran número de personas. «Ya no se puede hacer porque no hay dinero, tenemos un millón de pesetas (6.000 euros) de ayuda del Ayuntamiento, pero con eso no llegamos», admite. Y «es una pena», añade, porque con esta actividad sí habían notado un incremento de turistas en Cacabelos, movidos por el interés hacia este capítulo de la historia. Ahora trabajan en la reforma de los uniformes de los Tiradores, «sobre los que no hay nada escrito», con la mirada puesta en otras recreaciones que se desarrollarán en la península durante el Bicentenario. La recreación que protagonizaron los Tiradores entre 2000 y 2002, con la colaboración de otras asociaciones españolas y europeas, comenzaba con la arenga del general Moore a sus soldados en el campo de San Bartolo, donde les recrimina su actitud en la retirada, protagonizada por el vandalismo y la corrupción. «El enemigo ha tomado ya Bembibre y logró un extraño botín: cientos de ingleses borrachos y cobardes, pues nadie sino los cobardes se emborracharía ante las mismas narices del enemigo. Antes de sobrevivir a tan infame conducta, espero que la primera bala de cañón disparada por el enemigo me pegue en la cabeza», recitó el británico ante sus tropas.

Moore no murió en esta batalla, sino días después en La Coruña, alcanzado por una bala de cañón en el brazo izquierdo, pero curiosamente describió en estas palabras la forma como perdió la vida en Cacabelos otro general, del bando francés, Colbert.