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La trayectoria institucional berciana

La trayectoria institucional berciana

Por Marcelino B. Taboada.
Actualizado el 18/01/2009 a las 07:24(CET)

La Constitución española, en su Introducción o aspecto programático, expresa una filosofía respecto al reconocimiento de las peculiariedades de los pueblos de España:

“La nación española, deseando la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía proclama su voluntad de:

- Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones”.

Asimismo, el art. 3.3 de la misma C.E. señala que:

“La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural, que será objeto de especial respeto y protección”.

Y, finalmente, el art. 46.3 del actual Estatuto de Castilla y León dispone:

“Una Ley de las Cortes de C. y L. regulará la comarca del Bierzo, teniendo en cuenta sus singularidades y su trayectoria institucional”.

Lo que se va a proceder a continuación es a describir esquemáticamente en qué consiste el particularismo institucional berciano, a lo largo de la historia:

EDAD ANTIGUA:

Las fuentes documentales y epigráficas relacionadas con El Bierzo (relatores griegos y romanos) remiten, como inicio de la época histórica, al período en que El Bierzo ya constituía una parte del Imperio Romano. Esta integración se produce como consecuencia de “las guerras cántabras” (desde el 29 a. C. hasta el 19 a. C.), por tanto, a finales del S. I antes de Cristo. El Bierzo fue, pues, ampliamente romanizado dentro de la provincia Citerior y del Conventos Asturum. Ejemplo de esta aseveración es la formación de núcleos de población de cierta entidad (Bergidum e Interamnium) en la vía Flavia.

A nivel político-administrativo, aunque en principio el territorio berciano dependía de la provincia de Lusitania, el propio Augusto decidió incluirlo en la provincia Citerior o Tarraconense. Al comienzo del S.III d. C. el emperador Caracalla crea la provincia de Hispania Nova Citerior, que acoge a los Conventos Bracarensis, Lucensis y Asturum y, por último, Diocleciano al término del S. III crea la provincia de Gallaecia en la que inserta a El Bierzo. Esta situación, a lo largo de la Antigüedad tardía, se mantiene hasta el S. VIII, en que irrumpen los musulmanes en la Península (711). Cabe, por otra parte, resaltar que, desde el 585 hasta el 711, El Bierzo se halla bajo el poder visigodo.

Desde la perspectiva administrativa-territorial, El Bierzo pasa por diversas fases en el transcurso del Medievo. A nivel superior, en los primeros tiempos, está en el seno del Reino de Asturias, en los campos de la economía y la administración territorial.

EDAD MEDIA:

El Bierzo, durante este período histórico, es integrado en el Reino de Asturias y, luego y en dos etapas, en el Reino de León (910-1037, 1157-1230) y, también en un lapsus intermedio (1037-1157), en la Corona de Castilla y León.

Desde el punto de vista administrativo, a partir del S. XII, El Bierzo tiene un encaje como “Tenencia mayor”, a su vez constituida por diferentes tenencias menores: de las villas o bien otras de tipo local. En los albores del S. XIII las grandes tenencias componen las Merindades mayores, en este caso la de León. Las Merindades llegan a transformarse en Adelantamientos, que permanecen inalterables hasta llegado el S. XV.

A partir de aquí, nos encontramos con un Estado férreamente centralizado como culto a la Monarquía, pero dividido en múltiples jurisdicciones.

EDAD MODERNA:

Durante la época moderna, El Bierzo es un territorio englobado en la extensa provincia de León, en la cual se encontraban comprendidos de la misma manera los Partidos de León y el Principado de Asturias. En cuanto al Partido de Ponferrada, su centro se ubicaba en la villa realenga de Ponferrada, a cuyo frente se hallaba un corregidor de nombramiento regio. Es preciso resaltar la relevancia del Marquesado de Villafranca, consiguiendo  su titular la distinción de Grande de España por especial disposición del Rey Carlos III, en 1765.

La crisis del llamado antiguo régimen y las tendencias revolucionarias que se manifiestan desembocan en el establecimiento de un régimen constitucional, a nivel político.

Seguidamente, el Bierzo es espacio de contienda militar entre el ejército regular español y tropas inglesas en contra del ejército invasor francés. En 1807, tras el fallecimiento del corregidor de Ponferrada, se abre una etapa de vacancia en el cargo, símbolo del poder estatal.

Es por lo anterior, que surgen unas Juntas como puede ser la Suprema de León, que en ciertas ocasiones se reunió en Ponferrada. Ante la convocatoria de las Cortes de Cádiz, la Junta Suprema desgaja el territorio berciano en “Partidos”.

EDAD CONTEMPORÁNEA:

En el ámbito administrativo, el Bierzo en la época moderna había estado apiñado entorno al denominado “Partido de Ponferrada”. De este modo, a nivel global, constituyó -al lado de otros 39- el Reino de Castilla, entre los años 1591 y 1789.

Con la ascensión al poder de José Bonaparte, El Bierzo se adscribe a la prefectura de Astorga, mientras que las Cortes de Cádiz emprenden la tarea de elaborar una nueva Constitución.

De esta guisa fue cómo, en el Trienio Liberal (1820-1823) se determina la Provincia del Bierzo, como cualquiera otra de las 52 en que se delimita España. En sesión extraordinaria de Cortes, el 15 de octubre de 1.821, se proclama la Provincia de Villafranca del Vierzo. Comprendía, en su extensión, lo que eran Partidos Judiciales de Villafranca, Ponferrada, Toreno y O Barco de Valdeorras.

Sin embargo, con el ascenso del absolutismo, Fernando VII, por decreto de 30 de noviembre de 1833, establece una nueva división territorial del Estado, suprimiendo la provincia berciana. De ello se aprovechan la provincia de León, que se queda con la mayor parte, y la de Ourense, que integra a Valdeorras y once poblaciones de la antigua merindad de Aguiar.

En algunos momentos del S. XIX, con más voluntad que otra cosa (Regencia de Espartero, bienio progresista), se alzan algunas voces demandando la restauración de la provincia de El Bierzo, sin ninguna transcendencia práctica.

Como conclusión, es necesario incidir en que, por un lado, El Bierzo siempre ha tenido una dificultad para sentirse realmente como constituyente de cualquiera de las regiones que lo rodean, siendo sus contactos comerciales, culturales, humanos y de todo tipo intensos. Sin embargo, por otro lado, El Bierzo ha gozado en cualquier circunstancia, de una cierta autonomía. Ello está demostrado fehacientemente por las distintas Instituciones que han gobernado nuestras tierras. Lo que ya llama más poderosamente la atención es que las vicisitudes recientes (franquismo, Estado de las Autonomías) han significado el mayor retroceso en poder político, administrativo e institucional que jamás se recuerde. De ahí la frustración legítima que ciertos sectores sociales bercianos expresan. Cabe esperar que, con prontitud, se impulse una Institución representativa y que siga la tradición político-institucional del Bierzo: el Consejo General.